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LENGUAJE CORPORAL

El lenguaje del cuerpo ejerce en nosotros un poder mayor del que creemos, y tenemos tendencia a subestimar su influencia. ¿Por qué? Porque lo percibimos y lo utilizamos sin darnos cuenta, de forma intuitiva. Pero, podemos aprender a percibirlo de forma consciente y a comprenderlo racionalmente.


Un lenguaje que no engaña

   Al hablar, se cruza de brazos, levanta continuamente los hombros y no se mueve ni un pelo. Su voz es monótona y su mirada fija. Sus colaboradores siguen su presentación, pero no se sienten implicados. Más bien se recuestan en su asiento con los brazos cruzados, bajan la cabeza con aire crítico y fruncen el ceño.

   Durante su discurso, el señor Pérez tiene la impresión de que no llega a transmitir su mensaje a sus colaboradores. Y esa impresión sigue viva en los días siguientes. Cuando ve que su proyecto avanza penosamente, se pregunta: “¿Qué error he cometido? ¿Habré olvidado algo?”

La influencia del lenguaje del cuerpo

   El señor Pérez ha subestimado el poder del lenguaje del cuerpo: aunque haya dado mucha importancia al contenido de su discurso y lo haya preparado minuciosamente, su cuerpo envía señales completamente diferentes. Su postura expresa cierre y sus gestos, escasos y prudentes, no encajan con la idea del cambio: no expresan ni entusiasmo, ni voluntad de arriesgarse. El señor Pérez da impresión de rigidez y falta de dinamismo, incluso de apatía. Sus colaboradores se sienten algo incómodos. Tienen la impresión de que su jefe no está dispuesto a implicarse personalmente en los cambios de la empresa. Sus posturas, sus gestos y mímicas faciales expresan de todo menos curiosidad e interés. Si el señor Pérez hubiera sabido interpretar el lenguaje corporal de sus colaboradores, hubiese reaccionado de forma adecuada.

El lenguaje corporal a menudo nos dice mucho más sobre las emociones y la actitud interior de una persona que el lenguaje verbal.

   El lenguaje del cuerpo es nuestro primer idioma, un idioma natural y auténtico. Desde que aprendimos a expresarnos con las palabras, ya no damos mucha importancia al lenguaje corporal, al menos conscientemente. Sin embargo, nuestro primer idioma es mucho más poderoso de lo que imaginamos. No pensamos en rechazarlo y ejerce una influencia mayor que las palabras en un observador sin experiencia. En cuanto al observador experimentado, sabe que dice mucho, mucho más de nosotros mismos.

   El psicólogo Albert Mehrabian llevó a cabo un estudio científico para descubrir que el efecto producido por un mensaje verbal depende de tres factores:

  1. El contenido informativo: 7%
  2. El lenguaje corporal: 55%
  3. La voz y la elocución: 38%

   Este asombroso resultado muestra la influencia considerable del lenguaje del cuerpo en las relaciones interpersonales.

La gran influencia de la primera impresión

   Imagina que una persona que no conoces entra por la puerta. Os saludáis, intercambiáis alguna que otra palabra y os sentáis. Sólo han pasado unos pocos segundos, pero han sido decisivos.

  • ¿Cómo ha entrado la persona en la estancia? ¿Con seguridad o con duda?
  • ¿Sonreía o tenía el ceño fruncido con aire preocupado?
  • ¿Qué impresión te ha dado?

   En el espacio de algunos segundos, percibimos estas señales, y aún más, sin forzosamente darnos cuenta. Registramos automáticamente la apariencia física de nuestro interlocutor, su vestimenta, su mímica, su postura o el timbre de su voz.  Antiguamente, esta primera impresión era de vital importancia, ya que las personas tenían que evaluar instantáneamente si podían confiar en un extraño.

   Desde entonces, las cosas no han cambiado básicamente. La tecnología de la comunicación ha realizado progresos fulgurantes  y ya no necesitamos estar en presencia de nuestro interlocutor para intercambiar información con él, pero la primera impresión cuando nos encontramos realmente con alguien (y no virtual) puede jugar un papel importante e incluso decisivo.

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