Cambios en la respuesta cardiovascular, hormonal, y en la actividad cerebral ante la experiencia de la ira.
Mente y cerebro 47-2011

La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema nervioso autónomo y en el sistema endocrino. Se altera también la actividad cerebral, en especial en los lóbulos frontales y temporales. Tal como Charles Darwin (1809-1882) ya señaló, cada una de las seis emociones básicas (felicidad, tristeza, sorpresa, aversión, miedo e ira) se acompaña de patrones de respuesta fisiológica específicos.
Así, en el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se caracteriza por un incremento de la frecuencia cardíaca y la tensión arterial sistólica, además de un aumento de la resistencia vascular periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al contrario de lo que sucede con el miedo). En el sistema neuroendocrino, el efecto de la ira y de la agresión ofensiva (en humanos y en primates no humanos) supone unos niveles altos de testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así como niveles bajos de cortisol.
Ya en el sistema nervioso central, destaca la actividad cerebral asimétrica de los lóbulos frontales que se produce cuando experimentamos emociones. En este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo de valencia emocional, según el cual la región frontal izquierda del cerebro se halla implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la región frontal derecha se relaciona más con las emociones negativas. El segundo modelo, de dirección motivacional, vincula la región frontal izquierda con la experiencia de emociones que provocan el acercamiento, y la región frontal derecha con las emociones que incitan a la retirada. En general, las emociones positivas, como la felicidad, se asocian con una motivación de acercamiento; las negativas, como el miedo o la tristeza, con la retirada. Sin embargo, al experimentar ira, ambos modelos entran en contradicción.
Respuesta psicobiológica
Un grupo de investigadores de la universidad de Valencia ha estudiado desde una perspectiva psicobiológica los cambios que se producen en nuestra respuesta cardiovascular, hormanal y de activación asimétrica del cerebro cuando nos enfadamos. Para inducir la emoción de ira en los probandos, los experimentadores utilizaron una versión adaptada al castellao del procedimiento Anger Induction (Al) desarrollado por Tilmer O. Engebretson y sus colaboradores. El procedimiento Al consta de 50 frases autorreferenciales (en primera persona) organizadas en un orden de intensidad ascendente, desde un estado de ánimo neutro a un estado de ira extremo. La mayoría de las frases reflejan situaciones cotidianas que nos provocan enfado. Los 30 probandos, tras leer cada frase, tenían que evocar recuerdos personales relevantes procurando sumergirse al máximo en la emoción sugerida.
Antes e inmediatamente después de la inducción de la emoción de ira, se recogieron y midieron los siguientes parámetros en cada uno de los participantes:
- Respuesta cardiovascular: según la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, sistólica y diastólica.
- Respuesta hormonal: a partir de los niveles de testosterona y cortisol en la saliva.
- Activación asimétrica del cerebro: mediante una técnica de lateralización de estímulos (sílabas) denominada “escucha dicótica”.
- Estado de ánimo (positivo y negativo): se usaron cuestionarios de estado de ánimo general y una escala específica para la ira.
Según los resultados, la inducción de ira provocó profundos cambios en el estado de ánimo de los sujetos (se sintieron enfadados y manifestaron un estado emocional más negativo), así como en los parámetros psicobiológicos. En este sentido, la respuesta cardiovascular aumentó. Asimismo se produjo un aumento de la testosterona y una disminución del cortisol. Además, se observó un incremento de la ventaja del oído derecho (en la escucha dicótica), lo que indica una mayor activación del hemisferio izquierdo. Este último resultado también confirma el modelo de dirección motivacional, es decir, que en la activación frontal asimétrica del cerebro no importa si la emoción es positiva o negativa, sino la dirección motivacional que esta evoca: el acercamiento, en el caso de la ira. En otras palabras, cuando nos enfadamos mostramos una tendencia natural a acercarnos a aquello que nos produce ira con el fin de eliminarlo.
Neus Herrero. Unidad de psiquiatría y psicología médica Universidad de Valencia